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Ciudad Virtual: Maneras diferentes de producir ciudad en las laderas del sur de Manizales

Publicado el Martes, 22 Septiembre 2020, en Divulgación académica

La Maestría en Gobierno Urbano y el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia tienen el gusto de invitarlos a participar en la conferencia "Maneras diferentes de producir ciudad en las laderas del sur de Manizales" realizada por las arquitectas Andrea Marulanda Montes y Lina María Zuluaga Giraldo, profesoras de la Sede Manizales.

 

El espacio como hecho social, en los términos propuestos por Lefebvre, debe ser entendido desde una triada inseparable que permite su visión unitaria así: el espacio concebido, que como espacio producido por un conocimiento técnico y científico se relaciona con las representaciones del espacio (mapas y planos), el espacio percibido que se asocia con la experiencia y las prácticas espaciales y, el espacio vivido que es el de los símbolos y significados.

Este último, lleva a la reflexión por el espacio a partir del habitar que, bajo la luz de autores como Heidegger, Bollnow y Bachelard,  refiere a la forma como el hombre está y se relaciona con el mundo de una manera poética, es decir, simbólica. Así mismo, al interpretar las connotaciones vividas del espacio, entendidas antropológicamente, los hechos materiales devienen como medios artificiales los cuales, según Augé, solo serán simbólicos en la medida que cuente con rasgos significacionales, relacionales e históricos, y solo así, contribuirán al habitar poético. 

Ahora, al abordar la particularidad del espacio concebido de la ciudad de Manizales, desde una mirada crítica, sociopolítica e histórica, se puede establecer que ha sido consolidado al hilo de un proceso de urbanización fundado por el modo de producción capitalista y en este proceso de socialización, determinado por la economía de mercado, el espacio se vuelve una mercancía más. Este espacio es dominado por una concepción funcionalista, cartesiana, abstracta y normativa, que lo hacen pasar por inteligible. 

Sin embargo, las condiciones de inequidad y desigualdad no pueden ocultar la realidad social del espacio urbano de Manizales, por tanto no puede eludir las contradicciones, las resistencias, los conflictos que hacen emerger espacialidades como las áreas de las laderas del sur, las cuales no obedecen a las lógicas concebidas, sino que surgen espontáneamente como respuesta de una población que no tiene el capital económico, ni el poder político para entrar en el juego del mercado del espacio. 

Estas espacialidades, en tanto vividas,  están orientadas por la imaginación y la afectividad, a partir de maneras de habitar que no necesitan obedecer a reglas y planes, y que posibilitan una concepción cualitativa del espacio, desde ese habitar poético y genuino de sus habitantes de acuerdo con su propio entendimiento y construcción de su mundo, dando origen a una rica diversidad en el espacio urbano, frente a la presión de homogenización que se promueve desde las prácticas normativas. Más que reforzar una división bipartita entre incluidos y excluidos, se opta por una visión que tenga en cuenta las complejas dinámicas sociales, las cuales producen diversas estructuras territoriales, que otorgan otra posibilidad, lo cual permite un estudio crítico espacial desde "el otro".

En estas espacialidades de las laderas del sur de Manizales se trasciende el hecho de edificar y se erigen lugares, dada la participación continua, la intervención del hombre que lo habita, la afectividad y el arraigo que surge por su espacio. Se van conformando espacios físicos propios, los cuales hablan de sí a partir de la manera en que son habitados, adquiriendo significados y símbolos.

Así, por ejemplo, podemos descifrar el surgimiento de dichas espacialidades por el significado que adquiere la casa en la vida del hombre, entendido según Bollnow y Bachelard, como espacio por excelencia de la intimidad, por tanto, se vuelve para quien la habita un punto de referencia fundamental; Bollnow la refiere como el centro del mundo de cada ser humano y a donde quiere regresar siempre. La casa en este sentido, trasciende el hecho físico y va al campo de la significación.

Otro ejemplo lo encontramos en  la calle como espacio por excelencia de la universalidad en la ciudad, esta cumple el oficio cotidiano de comunicar los extremos: el espacio doméstico y el espacio con los otros; pero también es el espacio de convergencia y apertura, donde los transeúntes se detienen o interesan. En tal sentido, la casa adquiere, por tanto, un significado existencial para quien la habita y, a pesar de su deficiencia y vulnerabilidad física, se convierte en el centro de su mundo.  La calle, por su parte, es el lugar de la fiesta, del juego, del encuentro. 

Una visión contemporánea, lleva a re-significar estas espacialidades como maneras diferentes de hacer ciudad, como producto de la realidad de países como Colombia, pues pensar desde la diferencia y llegar a acuerdos con ella es pensarse y permitirse desde la propia realidad.

Transmisión a las 5:00 p.m. por https://youtu.be/UpndcYLJrsc 

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    Escrito por: 

    Arq. Andrea Marulanda Montes

    Arq. Lina María Zuluaga Giraldo

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

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