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Los problemas de la estratificación en Bogotá

Publicado el Viernes, 16 Febrero 2018, en Divulgación académica

Este sistema no está funcionando en la medida en que su implementación no cumple con los dos objetivos fundamentales: garantizar la sostenibilidad del pago de subsidios a los servicios públicos y tener una efectiva redistribución.

Foto IEU

 

Así lo considera Francesco Bogliacino, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien explicó que el sistema de estratificación en Bogotá nació ante la necesidad de aumentar la cobertura de servicios públicos y lograr alguna forma de redistribución a través de un mecanismo de focalización, con el objetivo de que fuera una especie de método de “subsidio cruzado”.

Para el profesor Bogliacino, los problemas de la estratificación en la capital del país se basan en tres aspectos fundamentales:

Errores de inclusión y exclusión

El primero tiene que ver con los errores de inclusión y exclusión que presenta, provocando una mala redistribución. Al respecto, recordó que cuando surgió esta iniciativa se contaba con muy poca información y de ahí que fuera exitosa en su momento; sin embargo, hoy los ciudadanos contestan encuestas del Sisbén, por ejemplo, o presentan su declaración de renta, de tal manera que se cuenta con otros mecanismos para caracterizar a la población.

“No se puede negar que en estrato 5 y 6 las personas no tengan una mejor capacidad de pago, el problema es que en estrato 2 y 3 hay un poco de todo, hay gente que tiene mucha capacidad de pago respecto a alguien de su mismo estrato”, manifestó el académico consultado por el Instituto de Estudios Urbanos (IEU).

Sistema insostenible

El segundo problema es que es un sistema inflexible. En Bogotá, la población de estrato 5 y 6 no llega al 10%, mientras que en los estratos 1, 2 y 3 se concentra más del 70%, esto implica que el mecanismo sea insostenible porque no hay suficientes hogares que paguen más para subsidiar los niveles bajos.

Recientemente, la Secretaría de Planeación de Bogotá reveló que 90 manzanas subieron de estrato, de acuerdo con los resultados de la última actualización de la estratificación realizada en 2017. Esto, según el profesor Bogliacino, responde a las lógicas propias de la ciudad que está en constante cambio y a la evolución de ingreso que tiene una persona. “Si la gente mejora su condición debe pagar un poco más para que esta manera de subsidiar a la población más pobre a la hora de garantizarle el acceso a los servicios públicos sea efectiva”, señaló.

No obstante, Gabriel Plazas, magíster en Ciencias Económicas de la U.N., considera que la metodología de la estratificación tiene en sí misma un sesgo al clasificar sectores y no personas. “Por esta razón se encuentran familias con un nivel socioeconómico alto viviendo en estratos bajos, recibiendo ayuda del Estado cuando no la necesitan; eso genera desviación de recursos”, advirtió.

Por lo anterior, el economista afirmó que el sistema está mal formulado al no considerar en la metodología estudios socioeconómicos de las familias bogotanas que permitan que las ayudas sean más focalizadas y, por el contrario, ceñirse únicamente a las mejoras de las viviendas o los cambios en el entorno.

Estereotipos y segregación

La tercera dificultad está relacionada con la estratificación como una manera de imponerle un número a las personas, lo que termina siendo asociado a formas de naturalización entre diferencias sociales. Al respecto, una investigación realizada por el profesor Francesco Bogliacino determinó que al utilizar números para identificar a la población se generan estereotipos hacia las personas de estrato bajo, como creer que son poco confiables.

“No es que la gente tenga una actitud discriminatoria en sentido estricto, sino que tiene estereotipos y creencias que se pueden interpretar como una forma de discriminación y eso en parte se debe al mero hecho de utilizar números para clasificar a las familias”, explicó.

Por lo anterior consideró que incluso con una reforma al sistema de estratificación que mantuviera las características de poner etiquetas sobre las personas, lo más probable es que se presente una situación similar en una sociedad tan segregada como la bogotana.

“No existe otro país en el mundo donde se diga que una persona es de estrato 1 o 6. Que exista clasismo en Colombia es normal, pero no está bien que creemos mecanismos que lo alimenten”, recalcó.

Sobre esta problemática, el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la U.N., Edgar Bejarano, plantea que los estratos en sí mismos no generaron la segregación social, sino que son los que legitiman este fenómeno. En consecuencia, considera que valdría la pena pensar en micro-estratificar la ciudad, lo que implica aumentar la escala de estratos.

“Esto podría ser más objetivo y traduciría mejor la realidad fragmentada y heterogénea que tiene la ciudad. Porque, aunque se les cambiara el nombre a los estratos, los problemas de fondo seguirían latentes”, puntualizó.

  • Escrito por Paola Medellín

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