Para Páez Barahona, investigador del Semillero de Investigación en Agroecología - HISHA, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, las ciudades han crecido de manera desordenada convirtiéndose en centros de consumo abastecidos desde el punto de vista alimentario por el campo. Sin embargo, se ha hecho evidente la necesidad de que al interior de las urbes se produzcan alimentos, iniciativa que abre espacio a la agroecología urbana.

Por su parte, Osaba, quien fue el Coordinador Mundial del Año Internacional de la Agricultura Familiar-2014, considera que la agroecología es un proceso saludable y amigable con el ambiente, que para ser implementado en contextos urbanos requiere mejorar el  acceso a semillas y cualificar el conocimiento de los ciudadanos. 

La agroecología es una respuesta al modelo productivo basado en un desarrollo que no se preocupaba por la naturaleza.  Se dio en el marco de la revolución verde dentro de un proceso inicialmente referido a contextos rurales para posteriormente hacer presencia en el mundo urbano. Hoy en día cobra una especial importancia por el avance del cambio climático y los retos impuestos por la pandemia de la Covid 19.

Agroecología urbana y Cambio climático

En el volumen 7, número 3, de la Revista Ciudades, Estados y Política del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, el investigador Páez Barahona, publicó el artículo “Agroecología urbana frente al cambio climático. Aporte al ordenamiento territorial agroecológico en las ciudades”. Allí el autor evidencia el enfoque de organización del territorio que tiene la agroecología en las ciudades contemporáneas.

“La planificación urbana actual está supeditada al cambio climático como un elemento a tener en cuenta. Es por ello que en la investigación miramos cómo desarrollar una estructura agroecológica dentro de Bogotá. Uno de los pioneros en el campo fue el profesor Tomás León Sicard de la UNAL, quien planteó metodologías para mostrar cómo a través de la agroecología se podían ordenar los territorios, no solo para la producción, sino para entender los procesos culturales” señala Baez.

Si bien esta investigación partió de un ejemplo local en la capital colombiana, el tema tiene un impacto nacional y global, pues las discusiones se están dando en diferentes ámbitos e incluso tiene trascendencia política. Es por eso que el investigador Osaba advierte que en algunas ocasiones la agroecología ha sido tomada como una bandera de lucha contra el cambio climático y algunos alcaldes los han incluido en sus discursos y proyectos, sin que estos pasen a la práctica. Según Osaba “lo importante es conseguir un apoyo político y económico, para que los agricultores y la sociedad puedan dar el paso hacia la praxis”.

Los nuevos retos, tras la pandemia de Covid 19

Antes de la pandemia el mundo ya afrontaba problemas de hambre. Esto se debe no solo a un déficit de distribución sino de producción de alimentos, pues muchos de los cultivos, como la palma, estaban dedicados a generar combustibles. Con la pandemia se incrementó el problema y se evidenció la necesidad de que al interior de las ciudades se propusieran soluciones para alimentar a la población, sin depender exclusivamente del campo.

“Las acciones locales pueden incidir en el sistema local, entonces es desde la base social donde se deben implementar acciones transformadoras. La forma de materializarlo es mediante la coordinación y la acción de movimientos sociales urbanos y rurales en compañía de la academia y el Estado” considera Paéz.. 

En ese sentido, Osaba asegura que fortalecer la agroecología urbana garantizaría tener alimentos esenciales para los ciudadanos. No obstante, se deben superar obstáculos como los intereses de las multinacionales, de los gobiernos y otras estructuras que no permiten avanzar en ese sentido.

Aunque el panorama es complejo hay una oportunidad de cambio si se transforman ciertas prácticas y se fortalece la solidaridad frente a un tema fundamental como el alimentario,  concluyeron los investigadores.