De acuerdo con Nubia Ruiz, doctora en Demografía y profesora de la Universidad Nacional de Colombia, el envejecimiento de la población podría observarse de manera positiva en tanto significa que los ciudadanos están sobreviviendo largos periodos producto del mejoramiento de la calidad de vida de la población, que a su vez redunda en resultados de políticas públicas eficientes en términos de protección, seguridad social, servicios médicos, entre otros.

Sin embargo, para el caso colombiano esta situación puede ser catastrófica porque “extender la expectativa de vida de la población no ha sido correspondida con la ampliación de beneficios o políticas de seguridad social que garanticen un envejecimiento sano, productivo, digno y capaz de producir en la sociedad efectos positivos”.

“La población está llegando a ser adulta mayor en condiciones de mucha discapacidad física, lo que redunda en una improductividad y por tanto en baja calidad de vida. A esto se suma la falta de garantía de su derecho pensional”, afirmó la académica.

En el mismo sentido, la profesora Ruiz calificó de “preocupante” el bajo porcentaje de adultos mayores pensionados y alertó que la mayoría de éstos reciben un salario mínimo, es decir, “la calidad de vida del adulto mayor es muy precaria, incluso en algunas familias el único ingreso fijo con el que cuentan es el de la pensión del abuelo”, manifestó.

En resumen, “los elementos que configuran un envejecimiento deberían ser vistos, en teoría, como una lectura propositiva de la sociedad, pero en la práctica terminan siendo un problema social que el Estado enfrenta con medidas paliativas e insuficientes”, aseguró.

¿En dónde están los adultos mayores?

Las zonas del país donde se acentúa el fenómeno del envejecimiento son el Eje Cafetero, Tolima, Bogotá y Santander, según el DANE. No obstante, la profesora Ruiz llama la atención sobre la población de las zonas rurales que por falta de oportunidades o proximidad migran a las áreas urbanas y en la actualidad están viviendo en precarias condiciones.

“Los adultos mayores en las zonas rurales o provenientes de ellas, están a la deriva porque la seguridad social nunca los cobijó, porque dependen de ese hijo o nieto que se trasladó a la ciudad, porque el sistema de salud es precario y porque la política pública no destina los recursos necesarios para su atención”, señaló.

De ahí que la académica planteara la urgente necesidad de construir ciudades incluyentes, con una lectura del territorio al servicio de la población y no al del capital. “Estamos hablando de ciudades que necesariamente destinan su territorialidad, bienes, muebles e inmuebles y servicios para que la población habite con calidad de vida”, dijo.

Según advirtió, las ciudades colombianas “no son pensadas para la población, sino para el capital y esta lógica vuelve al envejecimiento un problema dado que los gobernantes tendrían que empezar a construir espacialidades diseñadas para estos ciudadanos”. Dicho de otra manera, mejores condiciones de transporte, alimentación, salud, vivienda, entretenimiento, entre otros. Hoy por cada 100 personas menores de 15 años hay 41 personas mayores de 64 años.

“La producción de vivienda en las ciudades colombianas no está pensada para la población vulnerable: discapacitados, adultos mayores, menores de edad, migrantes, y menos para la actual dimensión de los hogares; solamente buscan ganancia económica”, insistió.

De acuerdo con el DANE, el incremento en los adultos mayores de 60 años está relacionado también con la disminución en la tasa de fecundidad. En 2005 2,5 niños vivos por mujer, y ahora estamos en números que bordean entre 1,9 % y 2,1 % niños vivos por mujer. “Eso significa que hay una menor inyección de niños o jóvenes a la estructura de la pirámide poblacional y una mayor esperanza de vida”, explicó en su momento Juan Daniel Oviedo, director del DANE.